"Algunas bodegas se están equipando para recuperar, secar y esterilizar el dióxido de carbono, de modo que pueda utilizarse para inertización sin riesgo de contaminación. Otras van un paso más allá y lo almacenan y eliminan en función de sus necesidades.

Electricidad, agua, gas: ¡se acabó el despilfarro! Ahorrar dinero en la bodega ya es cosa del pasado. Por razones presupuestarias y ecológicas, pero también por sentido común. "Más de la mitad de los viticultores compran CO2 en forma de hielo seco o gas para inertizar sus cubas y proteger sus vinos de la oxidación", afirma Matthieu Planté, codirector de CO2 Winery, que desarrolla un sistema de captación y recuperación del CO2 de la fermentación. Una aberración en su opinión, dado que durante la fermentación alcohólica las levaduras producen hasta 8 kg de CO2 por hectolitro de vino terminado...".